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10 Claves para tener el hogar siempre perfecto

Tener la casa limpia con el mínimo esfuerzo. Esa es la máxima de cualquiera. O como mínimo de todos aquellos que odian limpiar o tener que destinar su escaso tiempo libre a poner la casa en orden. El problema es que cuando eres de los que te da pereza la limpieza, al final vas dejando que la suciedad y el desorden se acumulen y llega un punto que no hay más remedio que meterse un maratón de limpieza. Y eso no le gusta a nadie, ni ayuda a reconciliarse con el orden y la limpieza, porque si te pasas cinco horas limpiando, no sólo acabarás agotado sino que difícilmente tendrás ganas de repetirlo, así que no crearás el hábito de limpiar.

Además, cuando optas por dejarlo todo para “el día que limpie”, para ese maratón, si por lo que sea no acabas las tareas pendientes te vas a sentir que has fracasado, lo que a su vez te desmotivará. Porque los maratones de limpieza no son algo sostenible en el tiempo: no puedes hacer un maratón de limpieza a diario. Ni siquiera semanalmente. Y eso significa que volverás a acumular suciedad, desorden... y a tener que planificar otra “superlimpieza” agotadora.

Por ello más vale que dejemos de martirizarnos con el mantra de que limpiar es aburrido y tedioso y busquemos un método que nos lo haga más fácil y que nos reconcilie con la limpieza y el orden. En realidad, si el problema es que asociamos la limpieza de casa con matarnos a trabajar porque sólo actuamos cuando nuestro hogar parece una leonera, la solución es establecer un plan para mantener a raya el desorden y la suciedad y no dejar que se acumulen. Es decir, planificar actuaciones a corto plazo, pequeñas cosas que pueden hacerse cada día y que evitarán los indeseados maratones de fin de semana.

Y, en esa línea, conviene no olvidar diez cosas que resultan de lo más efectivas a la hora de mantener la casa limpia y ordenada sin matarnos.

1. Hacer la cama cada día

Puede parecer una chorrada, pero una cama hecha o deshecha marca una gran diferencia a la hora de percibir cómo está la casa. Ver que tienes una cama recién hecha hace que la habitación parezca menos desordenada y te hace sentir bien, sobre todo cuando llegas cansado del trabajo y entras en el dormitorio para acostarte. Así que el primer punto de tu nuevo método de limpieza debería ser hacer la cama a diario, antes de salir de casa. Estirar y colocar bien las sábanas o el edredón te llevará menos de cinco minutos; es una inversión muy rentable.

2. Friega los platos después de cada comida

No hay nada más desolador y que provoque más sensación de desorden y suciedad en la casa que entrar en la cocina y ver el fregadero lleno de sartenes, platos y cacerolas sucias, con restos de comida. Si antes o después vas a tener que fregarlos, hazlo tras cada comida y no dejes que se apilen ni esperes a necesitar algo de la vajilla para ponerte a limpiarlo.

Esto es aplicable también a la cena. Recoger la mesa, despejar la encimera, poner el lavavajillas o fregar platos y cacharros antes de irse a dormir te permitirá arrancar al día siguiente con buen pie. Al principio puede dar pereza, pero lo agradecerás cada mañana cuando entres a preparar el desayuno a una cocina en orden.

Y lo mismo por la mañana. No salgas por la puerta de la cocina hasta dejarla en orden. Apreciarás la diferencia al regresar, cuando vuelvas saturado del trabajo y no te tengas que poner a recoger o a fregar para poder prepararte la cena.

Recuerda también que cuanto menos electrodomésticos y utensilios acumules sobre la encimera, más fácil y rápido será limpiarla. Otro truco útil para mantener la cocina limpia y en orden con menos esfuerzo es colocar una alfombra delante de los fuegos: recogerá las salpicaduras que se producen al cocinar y así se conservará el resto del suelo más limpio.

3. Mantén la nevera limpia

Un punto negro a la hora de mantener limpia y en orden la casa es el frigorífico. Lo abrimos mil veces al día y, si está sucio, nos pone cada vez más nerviosos. Lo primero es tirar todo lo que huela mal o lo que ha caducado y pasar un trapo por los estantes y cajones. Después se trata de organizar los alimentos dejando más a mano los que más utilizamos, y tratar de mantener siempre ese orden.

Además, para evitar que se acumulen restos de comida o líquido en los cajones se puede poner un papel debajo. Así, cada vez que esté sucio se cambia y listo, sin haber de limpiar de nuevo todo el cajón.

4. Seca el baño tras la ducha

Las gotas y restos de cal en el espejo, la mampara o los grifos enseguida dan aspecto de suciedad al baño. Si dejas a mano una bayeta de microfibra y una escobilla de goma y los pasas por cristales y grifería después de la ducha o de usar el lavabo, la gotas de cal no se acumularán y el baño se conservará “limpio” durante más tiempo. Además, el día que toque limpiarlo de verdad será más fácil hacerlo.

5. Ventila

Un aspecto fundamental a la hora de limpiar la casa (y de que “huela a limpio”) es ventilarla con regularidad. El dormitorio puedes hacerlo a diario mientras haces la cama. Y el resto de estancias, mientras te duchas, recoges, desayunas o limpias. Bastan diez minutos para renovar el aire de una habitación y que la casa huela siempre a limpio.

6. Lo peor, primero

Si no te gusta limpiar, empieza por lo que más te cueste. Puede ser por la estancia más grande. O por la que más pereza te da. Así, una vez la tengas lista, el resto se hará más llevadero o te costará menos retomarlo en otro momento.

Y mientras limpias, ve ordenando. Lleva cada cosa a su lugar, no vuelvas a dejarlo en la mesa o repisa donde estaba si no es su sitio. Al acabar no sólo estará todo limpio si no también colocado. Ese recolocar será más fácil si poco a poco te acostumbras, por ejemplo, a guardar a diario cada papel en su sitio en lugar de dejarlo sobre la mesa. O a devolver las cosas al cajón o el estante de donde las has sacado en lugar de dejarlas en el primer sitio que te queda a mano.

7. De arriba a abajo

Otro truco para agilizar y facilitar la limpieza del hogar es hacerlo de arriba a abajo. Eso vale tanto para quitar el polvo (de esa manera el que caiga no tendrás que volver a repasarlo) como para ordenar estantes o armarios, o si la casa tiene más de una planta. Si comienzas por arriba es más fácil que acabes completando la limpieza que si has de subir a las estancias superiores cuando ya estás cansado de limpiar las de abajo.

8. Destrastea

Una casa ordenada también pasa por eliminar “trastos”, es decir, todos aquellos objetos, aparatos y ropa que ni te gustan ni utilizas. Además, “destrasteando” ganas espacio y tienes menos cosas que limpiar. Y cuando se trata de agilizar y facilitar la limpieza es fundamental ordenar y, sobre todo, retirar cosas del suelo. Así será más fácil luego barrer, fregar o pasar la aspiradora.

9. Recoge y guarda la ropa

Si buscas que tu casa esté limpia y recogida di adiós a las montañas de ropa (o la presencia continua del tendedero en medio del salón o del estudio). No sólo afean y dan aspecto de sucio, es que antes o después hay que recogerlas. Y cuanto más tiempo haya pasado más se habrán arrugado o incluso manchado las prendas. Por ello, el truco más práctico es lavar, secar y guardar de nuevo la ropa prácticamente de tirón.

Si cuando sacas la ropa de la secadora o la recoges del tendedero, estiras cada pieza, la doblas o cuelgas en perchas y la guardas enseguida en su sitio evitarás acumular trabajo y tener cosas por en medio. Y, además, las piezas que tengas que planchar se arrugarán mucho menos y las tendrás listas con menos pasadas.

10. Barre y friega, o aspira el suelo

Si el plan es evitar que se acumule la suciedad y los maratones de limpieza conviene no esperar a que las pelusas circulen libremente para barrer, fregar o aspirar los suelos. Si tienes aspirador, úsalo en lugar de la escoba: levantarás menos polvo y tendrás que limpiar con menos frecuencia los muebles.

Si no dispones de este electrodoméstico, prueba a envolver la escoba en una media o calcetín de nailon: genera electricidad estática y te permitirá atraer las pelusas y las partículas de polvo más fácilmente de una sola pasada.

 

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